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Cómo ayudar a los niños pequeños a compartir

Two young children share a melting ice cream cone.

Aprender a compartir con convencimiento es un largo proceso. Aquí explicamos cómo convertir momentos de dificultades en grandes oportunidades de enseñarles habilidades fundamentales a los niños.

Imagine esta escena: un niño de 3 años y otro de 2 confluyen en una pila de trenes de juguete. El niño más pequeño toma dos de los trenes. En lugar de tomar cualquiera de los otros trenes, el niño más grande intenta apropiarse de los trenes que tiene el niño más pequeño. El niño de 2 años los recupera —haciendo que el otro niño se caiga— y ambos comienzan a llorar.

¿Por qué es tan difícil aprender a compartir?

Two young children play with a toy car in a bedroom.

Por un lado, los niños de esta edad no han desarrollado la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Esto no significa que su hijo sea una mala persona, o que usted haya fracasado en su crianza. Los niños de esta edad están centrados en sus propios sentimientos e ideas, y piensan: “Quiero esos trenes, ¡y los quiero ya!”

Esta conducta puede avergonzar y frustrar a los padres, ¡pero la falta de ganas de compartir es perfectamente normal a esta edad! En Tuning In, la encuesta nacional para padres de ZERO TO THREE, el 43% de los padres entrevistados pensaba que los niños debían poder compartir a los 2 años. De hecho, estas habilidades se desarrollan entre los 3 años y medio y los 4 años. Saber qué esperar puede ayudar a los padres a controlar sus expectativas y su frustración cuando ven que los niños tienen dificultades para esperar su turno.

Qué puede hacer

Two babies interacting

Existen muchas maneras de ayudar a los niños pequeños a aprender a compartir. Puede probar algunas de estas sugerencias. Algunas estrategias pueden ser más eficaces que otras, dependiendo de la situación y de su hijo:

Garantice la seguridad. Cuando los niños pequeños se sienten amenazados (¡como cuando un amigo intenta sacarles su juguete!), suelen responder de manera agresiva. Esto significa apropiarse, golpear y arrojar cosas. Cuando se presenta esta conducta, acérquese y frene la agresión. Una oración simple en voz baja, como “No puedo dejarte que golpees”, o “No te apropies de eso”, demuestra tranquilidad en su autoridad.

Relate la situación o “transmítala como si fuera un programa deportivo”. “¡Dos niños desean jugar con los mismos trenes! Sam, tú los tomaste, y luego Jade se apropió de ellos. Sam, intentaste recuperarlos, y ahora los dos están llorando”. A veces, desacelerar la situación y crear un espacio para resolver el problema con calma es un excelente comienzo.

Ofrezca un “turno largo”. En algunos casos, se le puede dar a un niño un turno largo con un juguete. “Juega con esos trenes todo lo que quieras, Sam, y Jade esperará hasta que termines. Jade, ¿quieres jugar con estos trenes aquí hasta que Sam termine?”. A veces, a los niños puede parecerles que apenas comienzan a jugar, otro niño “pide el turno”. Se puede dejar que los niños tengan un “turno largo”—la posibilidad de jugar con el juguete— antes de compartir. Ayude al otro niño a esperar ofreciéndole otra actividad.

Use un cronómetro o un reloj. En algunos casos, dejar que un niño decida cuándo terminará su turno es poco práctico. En esos casos, un cronómetro o un reloj pueden ser una herramienta útil para cumplir con las reglas y como ayuda visual. Lo bueno del cronómetro es que no es el adulto quien les dice a los niños cuándo compartir, es la “campana”.

Dé lugar a los sentimientos. Cuando se producen peleas, es importante dar cuenta de cómo se sienten los dos niños. “Tomaste ese tren porque te parecía muy divertido jugar con él”. Luego, ayude al otro niño con sus sentimientos mostrando empatía: “Él tomó esos trenes primero, por lo que va a jugar con ellos ahora. Tú puedes tener tu turno más tarde. Es normal enojarse cuando tienes que esperar. ¡Esperar es difícil!”

Proporcione “apoyo emocional”. Es habitual que el niño que está esperando su turno se enoje. A veces, esto significa enfrentar la crisis emocional temporal del niño. Su decepción, aunque desproporcionada para un adulto, ¡parece muy real! Cuando se comprenden y validan las emociones de un niño, esto le ayuda a ponerse en el lugar del otro y avanzar al siguiente paso: encontrar soluciones.

Oriente a los niños para que propongan soluciones. Ayúdelos a pensar maneras de resolverlo, pero también pídales su opinión. No subestime la capacidad de los niños de proponer excelentes ideas y estrategias. Por ejemplo, puede preguntar: “Tenemos que revolver la masa para nuestras galletas, pero solo tengo una cuchara. ¿Qué debemos hacer?” Cuanto más formemos a los niños para que sean amables, solidarios y resuelvan problemas, más probable será que lo logren.

Ofrezca información social y un voto de confianza. En el ardor del momento, los niños menores de 3 años no serán capaces de escuchar comentarios correctivos sobre su conducta. Una vez que todos se calmen, un breve enunciado sobre las expectativas permitirá que los niños aprendan nuevas conductas. Podría decir: “La próxima vez que quieras algo, puedes decir: ‘¿Puede ser mi turno?’ Apropiarse de algo y empujar no es seguro. La próxima vez, puedes preguntar primero. Sigue practicando”.

Aprender a compartir con convencimiento es un largo proceso. ¡Incluso algunos adultos aún deben trabajar en ello! En lugar de temer los momentos de pelea entre niños, considérelos excelentes oportunidades para ayudarles a aprender habilidades fundamentales —en este caso, autorregulación, empatía y resolución de conflictos—, todo lo cual les ayudar a mejorar su actitud al compartir.

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