Aun cuando parezca imposible, es importante encontrar momentos de calma durante un día muy atareado. Ciertas actividades, breves y sencillas como las que siguen, pueden reducir la sensación de estrés y, además, ayudarle a sentirse más conectado con su niño. Estas actividades pueden usarse en cualquier momento para relajarse, reducir el estrés y reconectarse con su niño.
Pruebe la “práctica del pomo de la puerta”.
Haga una pausa breve justo antes de entrar a la casa o a una habitación. Sienta su mano apoyada en el pomo de la puerta. Observe su textura y su temperatura. Inhale profundamente para que el aire le llegue hasta el abdomen. Exhale a plenitud, luego entre a la casa. Deje atrás lo que sucedió antes y concentre su atención en lo que está sucediendo en este preciso momento.
Ayude a que su niño haga también las transiciones.
Haga que su niño lo sepa unos minutos antes de hacer una transición entre una y otra actividad. Por ejemplo, dígale a su niño que faltan 5 minutos para la hora de comer. Cuando llegue el momento de la transición, arrodíllese para estar al nivel de su niño. Ayúdelo a poner la mano sobre el corazón, mientras usted hace lo mismo. Tranquilícese y sienta los latidos de su propio corazón por unos minutos. Luego, pasen juntos a la nueva actividad.
Practique “tener los pies sobre la tierra”.
Elija la misma hora para hacer esto todos los días. Hágalo cuando se despierte, o antes de empezar a cambiar un pañal. Mientras está de pie, concéntrese en la sensación de sus pies tocando el piso. Sienta el apoyo firme que está debajo de usted. Respire profundamente tres veces. Mientras inhala, imagínese que esta respiración llega hasta sus pies. Mientras exhala, imagínese que está soltando la respiración desde las plantas de sus pies.
Mantenga la atención plena en todo momento de las actividades cotidianas.
Seleccione una actividad que usted hace muchas veces cada día (lavarse las manos es muy recomendable). Mientras hace esa actividad, preste mucha atención a sus sentidos. Observe los movimientos pequeños que hace, la sensación del tacto, la vista, el oído y hasta el olfato, mientras realiza su actividad. Concentre la atención en sus sentidos y permita que cualquier otro pensamiento, sencillamente, se aleje.
Lo más difícil de la atención plena es recordar que se debe practicar. Pruebe con varias prácticas diferentes y utilice las que mejor le funcionen. También podría hacer estas prácticas con su pareja, amigos o hasta con su niño. Cuando practica con otras personas es más fácil integrar la atención plena en su rutina diaria.