¿De qué modo respaldar a las familias bilingües contribuye a una salud mental positiva en bebés y la primera infancia?
Estos profesionales de la IECMH reflexionan sobre su formación bilingüe y la manera en que el apoyo adecuado puede marcar la diferencia. Ahora, los instructores certificados de DC:0-5 que trabajan en el Departamento de Salud Mental del condado de Los Ángeles prestan servicios individuales y centrados en la familia para satisfacer diversas necesidades.
Rocío trabaja con poblaciones vulnerables desde hace más de veinte años, y presta servicios de salud mental para madres jóvenes en riesgo y niños muy pequeños desde hace casi una década. Obtuvo su título de Licenciatura en Sociología y Maestría en Trabajo Social de la California State University en Los Ángeles. También obtuvo un Certificado en Gerontología Aplicada del Edward R. Roybal Institute de la California State University en Los Ángeles. Se graduó del Programa de becas de salud mental para padres y bebés de UC Davis-Napa, y está certificada como especialista en salud mental para la primera infancia y bebés y familias en el estado de California. También es maestra de reiki formada en reiki de primer y segundo nivel. Su pasión es integrar la neurociencia con prácticas espirituales y no tradicionales al trabajo clínico.
Verónica es facilitadora de práctica reflexiva, especialista en salud mental de bebés y familias y de la primera infancia que actualmente trabaja en el Departamento de Salud Mental del Condado de Los Ángeles, División de Prevención y Servicios, para fortalecer el sistema y la capacidad de la comunidad de abordar las necesidades de salud mental de los niños y sus familias, y promover inversiones estratégicas en salud mental prenatal, de los bebés, de la primera infancia y escolar.
Como proveedores de educación para la primera infancia y de salud mental para bebés y la primera infancia, hemos recorrido un largo camino en el abordaje de las necesidades sociales, emocionales y educativas de las familias, incluidas las familias inmigrantes, pero esto no siempre fue así. Por lo menos para mí no lo fue.
Al ingresar en el jardín de infantes a mediados de la década de 1970 como hija monolingüe de padres mexicanos inmigrantes hispanoparlantes, el sistema educativo estaba muy lejos de ser alentador. Recuerdo que asistí a una especie de reunión de orientación con mi madre y le pregunté qué decía el personal, a lo que ella me respondió: “No lo sé”. Me aterrorizaba saber que tenía que circular por un entorno desconocido, lejos de mi mamá y sin poder hablar el idioma predominante.
No sabía cómo se llamaba en ese momento, pero pronto comencé a tener ansiedad por separación. Cada vez que tenía la oportunidad, me escapaba del aula, con la intención de agarrar a mi mamá antes de que se fuera de la escuela. No me sentía segura ni entendida, y esto interfirió con mi capacidad de aprender y socializar con mis pares. Mis padres eran bastante alentadores, pero no recuerdo haber recibido ningún apoyo emocional formal desde la escuela. Luego de lo que me pareció una eternidad, finalmente me aclimaté y me adapté a la escuela y al programa bilingüe en el que estaba inscrita.
También tuve la suerte de tener suficientes factores de protección para poder sostenerme durante esos años fundamentales, pero muchos niños con los que trabajamos en la actualidad tienen pocos factores de protección y enfrentan mucha más adversidad.
Rocio Ortiz Luevano
Mi experiencia y mi trabajo como proveedora de IECMH ahora se centra en respaldar las necesidades de salud mental de los niños muy pequeños, y también en educar y apoyar a las madres, especialmente a aquellas de comunidades inmigrantes. Reconozco y valoro lo crucial que es apoyar la vida emocional de los niños pequeños dentro del contexto social y cultural que los sostienen, a fin de prosperar y triunfar en todas las áreas.
Si bien todos los clientes y las familias con los que he trabajado son significativos e importantes, puedo decir con sinceridad que recuerdo a cada uno de los clientes y familias hispanoparlantes. Y mientras estoy aquí sentada y pienso cuál podría ser el motivo, recuerdo cuando mi madre y yo íbamos a las citas médicas o dentales en las que nadie hablaba nuestro idioma, y sé que he sido lo suficientemente afortunada para darle a una familia hispanoparlante una experiencia diferente y, con suerte, más reconfortante que la que yo tuve de pequeña. Mi trabajo en salud mental para bebés y la primera infancia (IECMH) ha sido más enriquecedor gracias a mi capacidad de hablar español con mis familias hispanoparlantes.
El trabajo con los traumas es difícil, y lo es mucho más cuando las personas no pueden procesar ese trauma en su lengua materna, en el idioma en que se sienten cómodas.
Verónica Chávez
En la última década trabajé con muchas familias, algunas de las cuales tienen gran cantidad de historias de traumas que hace mucho quedaron sin procesar porque la familia no pudo encontrar un proveedor que hablara su idioma y entendiera su cultura y sus costumbres. Poder prestar servicios a hispanoparlantes, crear un lugar seguro, escuchar y hablar en su idioma y, además, acompañarlos para procesar su trauma, es más de lo que podría haber pedido y lo siento un privilegio. Esta experiencia es algo que nunca tuve del todo en cuenta cuando decidí sumarme al campo de la salud mental.
Lea más sobre el modo en que la herencia de Verónica informa su trabajo en su Carta abierta.